miércoles, 4 de septiembre de 2013

ALGO MÁS SOBRE LAS ROSAS (desde: Composiciones para un barrido y un fregado)

 
 






(de: Composiciones para un barrido y un fregado)



6
ALGO MÁS SOBRE LAS ROSAS



Sí,
como rosa tranquila que “es” flor
de más de un día
por cierto que lo figura, y no cual escabeche de gladiolos superados
invade la añoranza, activa los designios,
las alacenas ahítan el recuerdo de lo cierto:
las palabras atosigando la memoria
como si aromaran chocolate engatusan la nostalgia.

No que fuera, en ningún caso, nitrato empecinado
cosquillosas llagas, indecisas emociones
a pesar que sin ni tratos la vida no se arma,
salvo cuando los puntos corredizos,
porque esa sí “es” agitada, valedera,
como orquídea solapada y chinchosa:
Esa sí busca su canción o destino
su manera trufada de emociones.

En lontananza la niebla como silla dispuesta
y calórica
quiere cumplir con su deber
pero está confundida: sufre de afasias,
dolores de crecimiento, que no impiden
salten                   al abordaje         y-ahítas-se-des-ho-jen:

Ya desnudas, asciendan al mito imperecedero
o con frío, sucumban
en medio ese polvillo batido ya aceitoso
nos atrapa su sabor a paraíso.

También existen la rosa común y
la rosa corriente, esas permanencias del sentido
y la mosqueta, aún significantes en las piaras
y las no mentadas curiosidades del abolengo;
y
la que jamás ha sido escrita o vislumbres en sueños
o paladees arrobado su sabor primitivo
su sabor civilizado, su sabor a pecado permisible.

Ah, y la rosa real, aquí, abso-
lutamente es-quiva,
tan cierta como la muerte
hasta que te pilla, y siempre calenturea
siempre te hace chupete
siempre triunfa como vicio irrechazable.

Sin al vacío, reintegrar en otra forma
de lo terrible o no atrapas
porque re usas aceptar lo cierto,
inventas todo tipo de espinas y coronas
aquietas el miedo a lo terrible
rechazas su herencia antigua y moderna.

Tan domesticados que ya salvajemente escapan
a las dichas: a los premios y castigos, a las penas
a los absurdos rituales que promueven como dogmas
en los cuentos:
Las asustan.


Y se echan a volar y ya no apaciguan ni con palabras.